Amritsar

 Tras despedirnos de Teresa en la estación de trenes (ella iría hacia Pushkar), probamos nuestro primer tren indio (con algo más de dos horas de retraso) para llegar a Amritsar. Una vez allí, se supone que hay autobuses gratuitos que te llevan hacia el Templo Dorado pero no vimos ninguno y cogimos un tuk tuk para no esperar (100 INR precio fijo).


Lo más destacado de Amritsar, localidad cercana a la frontera pakistaní, es su Templo Dorado (sij), conocido como Harmandir Sahib. Es un templo que es visitado por lo menos una vez en la vida y sobre todo en ocasiones como alumbramientos, cumpleaños y matrimonios por todo sij.

Al igual que en otros templos sijs a los que habíamos ido, es obligatorio cubrirse la cabeza y entrar descalzo, para lo cual tienen unas taquillas en la entrada para dejar el calzado. Se sirven diariamente miles de comidas gratuitamente, tanto a lugareños como a extranjeros y también tienen dormitorios separados, también gratuitos (aceptándose donaciones). Al templo puede entrar cualquier persona de cualquier fe y continuamente se escuchan cánticos por todo el recinto.

En otros blogs leíamos que este era uno de los sitios donde más se respiraba la espiritualidad de la India. De hecho es un sitio espectacular, pero recién llegados de Delhi, todavía con su bullicio en nuestras venas y con inicios de la famosa Delhi Belly, no la disfrutamos como nos hubiera gustado. Eso sí, parecíamos actores de Bollywood puesto que la gente quería hacerse fotos con nosotros!

El segundo día y antes de abandonar la ciudad, visitamos los jardines de Jallianwala Bagh, también gratuitos y cercanos al templo, ideales para descansar del estrépito de Amritsar, conversar con algún local y para seguir haciéndonos fotos con los que nos lo pedían.




Mujeres limpiando los platos de las comidas





Jardines Jallianwala Bagh
La siguiente ciudad marcaría un antes y un después en nuestra pequeña aventura por la India, Jaipur.